El exconvento de Santo Domingo de Guzmán en Tecpatán, Chiapas se levanta con su alta torre casi en el centro del pueblo, sobre una meseta que de un lado se prolonga a la plaza central y de otro en una pendiente o desnivel que lleva al río Totopac donde regularmente, como este lunes, muy de mañana el sol se toma su baño en las frescas y hondas aguas. Se trata de una amplia edificación de arquitectura colonial que domina esta parte de la ruta zoque en la zona noroeste del estado.
Más allá, de entre las montañas, a unos kilómetros de carretera, se yergue otra maravilla, una natural de silencio imponente al que se conoce como el Cerro Santo, por lo que desde sus alturas ambas tienen el privilegio de obsequiar con sus bellezas la mirada de toda persona que camine o recorra estas tierras donde se asienta una de las culturas prehispánicas, los zoques, que enriquecen a Chiapas.
A las maravillas del exconvento Santo Domingo construido en el siglo XVI y del Cerro Santo se suma el alegre y ancho río Totopac que cruza en una parte de Tecpatán. Es como el eterno cantor que tanto en las noches profundas o en las madrugadas, calmado el rumor o el ruido del pueblo, se hace escuchar con mayor claridad. Y es también coprotagonista de una leyenda que alguien contó en algún momento, que supone que los antepasados conocían de pasadizos secretos que comunican al exconvento con el río y el Cerro Santo con el río. Pero la carretera es la vía conocida para llegar desde cualquiera de los dos lugares al Totopac











