Texto: Abenamar Sánchez.
Fotografía: Juan Carlos Calderón.
Hay un reino que habita la tierra, en todas partes, que duerme, crece en o bajo la superficie y que, cuando se generan las condiciones adecuadas, el género de los llamados macromicetos florece o da frutos, al exterior, de formas, tamaños y colores impensados, lo que los hace atractivos no sólo para los insectos o animales que se alimentan de las distintas especies que existen sino también para el ser humano que en ellos ha encontrado alimento, medicina o los medios para complementar algún rito tradicional y motivos suficientes para desarrollar estudios científicos que lleven a desentrañar la relación que éstos guardan con los otros reinos, con los otros componentes de la naturaleza misma. Es el reino de los hongos, también conocido como Reino Fungi.
Del infinito reino de los hongos, el género de los macromicetos, también conocidos como setas, los que florecen a simple vista, ha hecho de los campos, bosques y selvas de Chiapas, incluidas hasta las zonas urbanizadas, en el sur de México, terreno fértil para proliferar en sus distintas manifestaciones, en sus distintas formas de encanto con las que ha atraído la atención de micólogos y micólogas que en medio de un universo de alrededor de 50 mil especies que podrían existir en Chiapas han ido avanzando desde hace unas décadas en el registro de las que se van descubriendo a través de colectas en zonas boscosas, parques o áreas naturales ubicadas en distintas regiones del estado, y resultado de estos trabajos es la lista de mil 300 especies.
Llamadas criaturas del encanto o del círculo de brujas, por sus apariencias fantásticas, las formas que se conocen como hongos no son más que las flores de algo infinito que corre bajo las cortezas de los árboles, bajo los sustratos, bajo la tierra y que consiste en redes o enredaderas de hifas denominadas micelios, mismos que a la mínima humedad posible, principalmente en las épocas de lluvias que es de mayo a octubre en los bosques y selvas de Chiapas, fructifican. No sería una idea descabellada el imaginar una infinita red de filamentos que corren bajo nuestros pies sin ser vistos.
El taxónomo de hongos Fredy Chanona Gómez, la bióloga Arantza Sánchez y el biólogo Juan Manuel Jonapá forman parte del pequeño núcleo de micólogos en Chiapas, junto a otros que han realizado trabajos de colectas y anotado algunos nuevos registros, quienes no sólo se han dedicado en ir ampliando la lista sino como en el caso de los dos primeros están dedicados a catalogar las distintas especies para que la sociedad cuente con la información que le indique cuáles de los hongos que habitan en sus bosques o selvas son comestibles, tienen algún uso lúdico o son potencialmente tóxicos o venenosos. Freddy Chanona, con un extenso trabajo en micetismo o intoxicaciones por hongos y varios libros de su autoría, además de publicaciones en revistas científicas, reúne alrededor de 120 especies de registro nuevo a su nombre. Lo mismo con Arantza Sánchez, quien en un trabajo reciente, que le ha implicado varias colectas a lo largo de un año en el Parque Ecoturístico Tzimbac en el municipio de san Fernando, cerca de Tuxtla Gutiérrez, ha encontrado algunas especies de nuevo registro para Chiapas.
La
ampliación de la lista de registro de los hongos, mismos que cada año sorprenden consus múltiples formas y colores, los hay que tienen la forma de una pelota, el color y la forma de un pedazo de sandía, la forma de una silla de montar a caballo, la forma de los cuernos de un alce, la forma de un dedo, la forma de un águila que emprende el vuelo, la forma de un paraguas, ha llevado a dejar atrás la cifra de 20 mil especies que antes se creía existían en Chiapas, ahora, lo dice el biólogo Fredy Chanona, quien ha realizado trabajos en varios parques naturales, entre éstos los parques educativos Laguna Bélgica donde registró 148 especies y San José donde enlistó más de 100, se cree existen alrededor de 50 mil especies. Y de todas las que se tiene registro hasta el momento, unas 250 se conocen por su uso comestible, lúdico o medicinal.
Y como Chiapas es una entidad con una diversidad cultural indígena, en la relación con los hongos también entran de manera directa las comunidades indígenas, mismas que tienen sus oportunidades de alimento en las distintas especies, de modo que en regiones como la denominada zona de Los Altos principalmente, en los municipios cercanos a la ciudad de San Cristóbal de Las casas, la colecta de hongos silvestres es una práctica tradicional: las familias, incluidos niños y niñas, aprovechan como una manera de convivencia entre todos las salidas a los bosques de pinos y encinos, lugares donde más especies de hongos se encuentran. Por ello, también es común encontrar en los mercados o lugares públicos de la ciudad colonial ventas de hongos silvestres, de preferencia en las temporadas de más lluvias.
Esa relación de las comunidades indígenas con los hongos también ha llevado a los micólogos como Fredy Chanona, quien ha escrito una amplia guía de campo que lleva por título Hongos de Chiapas que permite adentrarse en el conocimiento del Reino Fungi del estado y también el libro Los hongos y su impacto en la salud pública en el que da cuenta de los hongos tóxicos y venenosos que tienen presencia en los bosques y selvas locales y que han provocado intoxicaciones por confundirlos con hongos silvestres comestibles, a desarrollar también trabajos enfocados a determinar la toxicidad de cada especie encontrada para que las comunidades cuenten con mayor información y puedan llevar a cabo colectas más seguras. Parte también de esta labor es el festival que año con año realiza la Secretaría de Salud Estatal en San Cristóbal de Las Casas para que los asistentes conozcan especies de hongos tóxicos o venenosos como las amanitas Verna, Bisporigera, Virosa, Arocheae y Phalloides, y la exposición que la Secretaría de Medio Ambiente estatal lleva a cabo a través del Museo Botánico en Tuxtla Gutiérrez para que la gente también sepa, aparte de los riesgos que representan para la salud algunas especies tóxicas, de los beneficios alimenticios que se obtienen de algunas setas. En esta exposición se muestra una serie de platillos como pozole, tamales, hongos rellenos.
Los hongos, además de la importancia que algunas especies tienen para la medicina, pues al hongo se le debe la existencia de la penicilina y otros tratamientos que se estarían probando contra ciertos males o enfermedades, cumplen a la vez una diversidad de funciones, entre éstas la desintegración de la basura, la devolución de la madera a la tierra para que se convierta en nutrientes, la alimentación de plantas vasculares que representan la mayor parte de la vegetación en la tierra con las que crean una simbiosis al pasar nutrientes y agua a las plantas o los árboles en las raíces mientras éstas proveen de alimentos a los hongos que no crean sus propios alimentos por carecer de clorofila, lo que les impide realizar fotosíntesis, de manera que los hongos obtienen nutrientes de organismos muertos o parasitando otros seres vivos en este caso las plantas.

El Parque Ecoturístico Tzimbac es, junto con los parques educativos San José de Zinacantán, Laguna Bélgica de Ocozocoautla y la selva de la Lacandona, una de las zonas de estudio por micólogos como Freddy Chanona y Arantza Sánchez quienes en un promedio de 20 colectas han completado un amplio listado de especies sólo en el primer parque ubicado en San Fernando y que es parte de una reserva llamado El Ocote que conecta con el Parque Nacional Cañón del Sumidero. Es un paraíso natural donde conforme han ido avanzando con los estudios ambos biólogos han reafirmado su convencimiento de la importancia de conocer cada vez más el reino de los hongos, el reino que, a decir del taxónomo Freddy Chanona, quien lleva más de tres décadas de su vida dedicadas a la micología, contribuye en el florecimiento de la vegetación y de la naturaleza misma no sólo en Chiapas o en México sino en todo el mundo. En la comunidad de micólogos hay la creencia de que si algún día se extingue la tierra es posible que los hongos, que se reproducen por esporas, pero que pueden permanecer en latencia o estar dormidos bajo la tierra durante años en espera de humedad, sean los sobrevivientes.
Los hongos son indispensables, si desaparecen, desaparecemos, se le oye decir a Freddy Chanona, mientras observa un hongo de copa blanca y tallo corto y esponjoso que ha brotado a orillas del camino principal del Parque Tzimbac. En los bosques, en las selvas, cuando no hay lluvias, son los hongos quienes mantienen verdosos y frondosos los árboles, triplican o cuadruplican con sus filamentos los alcances de los raíces de éstos en la profundidad para obtener agua y nutrientes. Pero en este bosque no hay indicios de falta de agua ni humedad, es una zona donde siempre llueve y esta mañana ha llovido. Fredy golpea suave la copa blanca del hongo para que caigan las esporas y se siga reproduciendo. Si dejara de llover hoy mismo y se presentaran años de sequía y de incendios forestales, sobrevivirían las esporas de algunas especies. Eso es parte de las muchas sorpresas que depara el reino de los hongos y aquí, lo dice el propio taxónomo, el campo de la micología es aún virgen.




